
Me asombré ante tan despampanante denominación, pero me gustó mucho, es un nombre que hasta se podría decir que llega hondo. ¿De dónde habrá salido? En la foto se observa un ejemplo extraordinario, tomada en julio del 2010 en la ciudad de Rashid, al norte de Egipto, la morada de la Piedra Roseta que se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres.
El tema es que hoy caí en la cuenta de lo cercano que puede ser ese rompimiento de gloria a nuestro día a día. Muchas veces tenemos la cabeza nublada, tormentosa, con borrascas y todo; pero llega después algo o alguien que logra romper esa barrera y entrar con su luz. ¡Es como un símil de la realidad atmosférica!
Auf jeden Fall, no digo que siempre sea perjudicial tener la cabeza nublada, a veces es incluso necesario. De hecho, es la naturaleza de muchos; en los que un poco de luz se convertiría en anormal. Pero claro, cada cual posee su normalidad, y no hay que intentar igualarla al resto.
Pero volviendo a lo que nos concierne, en este lugarcito cibernético (que ya demasiado escribo sobre papel) quedarán plasmadas algunas palabras sobre diferentes temas, en aquellos momentos de lucidez brindados por los rayos del sol o por el reflejo de nuestro satélite por excelencia. O incluso en aquellos momentos nublados que, al fin y al cabo, son los propiciantes de tal rompimiento.
Además, de paso cañazo, aprovecho para mandarle un gran abrazo a Elèna, que ahora andará por tierras extranjeras disipando las nieblas de su futuro académico. ¡Nos espera todo un año separadas! Pero no logrará despegarse de mí ni de mis desvaríos, que sé que un poco le gustan.
Au revoir!